Y....ahora un poco de historia sobre esta obra y su autor.
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El autor
Johann Strauss I (1804 – 1849) fue un compositor austriaco, nacido y fallecido en su capital, Viena. Es el primero de una saga de compositores principalmente conocidos por sus valses: una danza tradicional austriaca que fue elevada por ellos a la categoría de obra de arte de fama mundial.
Tuvo una trágica infancia, al perder a su madre cuando contaba con 7 años de edad y a su padre a los 12. Luego, su madrastra lo puso a estudiar para trabajar en un taller de encuadernación, pero él quería ser músico. Logró estudiar violín y viola y tocar en orquestas de baile, hasta que en 1825 formó la suya propia. Con ella lograron grandísimos éxitos internacionales él y sus hijos, que también fueron compositores y directores de orquestas de baile. Su música, por tanto, fue escrita para fiestas y diversión y no para solemnes salas de concierto.
Se le considera el padre del vals vienés, por ser él quien llevó esta forma musical popular desde la Austria rural a las salas de fiestas y a los conciertos, creando hermosísimas y popularísimas piezas orquestales con esta forma de origen campesino.
La obra
La Marcha Radetzky (Radetzky-Marsch) Op. 228 es una pieza orquestal en forma de marcha, compuesta por Johann Strauss I (1804 – 1849) en honor del noble y militar, mariscal de campo, austríaco de origen bohemio, Johann Joseph Wenzel Graf Radetzky von Radetz (1765 – 1858).
Se trata de una pieza orquestal breve en un sólo movimiento, en compás binario y en la tonalidad de Re Mayor, con la característica forma ternaria, propia de muchas marchas para banda de música. En ella, tras una breve introducción, se desarrolla el tema de la marcha en la tonalidad principal. A continuación hay un breve puente que nos conduce al llamado trío, en la dominante (La Mayor), tras el cual se re-expone abreviadamente el tema de la marcha, volviendo a la tonalidad inicial de Re Mayor.
Strauss escribió la obra en 1848, en honor al mariscal Radetzky von Radetz, que salvó el poderío militar austríaco en el norte de Italia, durante la revolución de ese año. Pronto la pieza alcanzaría enorme popularidad como símbolo nacional austríaco, casi como un segundo himno nacional, que incluso hoy se interpreta al inicio de los partidos de la Selección Nacional de Futbol de Austria. Sin embargo, su fama mundial ha llegado porque es costumbre que la Orquesta Filarmónica de Viena la interprete como cierre de su tradicional Concierto de Año Nuevo que cada año se retransmite por televisión para todo el mundo, desde la Musikverein de Viena.
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